Los espectros son arrancados de la fosa común que ocupan. La fosa común de la historia, de nuestra historia, de la cual ellos son víctimas y protagonistas. Son traídos a nuestro presente llamados por el ejercicio de la memoria, de unos pocos, es cierto. Igualmente hablan para que toda la injusticia y la barbarie a la que fueron sometidos no se esfume en los oscuros laberintos del olvido. Ellos están ahora aquí, son apenas dos de los más de mil huelguistas asesinados en 1921 en la Patagonia. Vienen a contar lo que fue silenciado y ocultado por décadas de vergüenza y complicidades. Son los testigos presenciales de un juicio, que es una vieja deuda, que pretende develar culpas y responsabilidades. Y es en este “juicio” donde los dos obreros cuentan y muestran todos los componentes del conflicto, que luego terminaría con fusilamientos masivos de hombres inocentes: la Patagonia, el viento, el frío, la explotación de un único recurso económico, la oveja; los estancieros y los abusos a los que sometían a los peones.
12 abril, 2022